“No busquemos, pues, vencer siempre. Así, el que defrauda, vence al defraudado, pero es una mala victoria, que acarrea la ruina al vencedor. El defraudado, en cambio, el aparentemente vencido, si lo sufre filosóficamente, ése es el que se lleva la corona del vencedor. En muchas ocasiones vale más ser vencido que vencedor, y éste es el mejor modo de victoria… El mismo que es conducido al martirio, cuando se le encarcela, cuando se le azota, cuando se le despedaza y degüella, entonces es cuando se vence. En la guerra, caer el combatiente es la derrota; entre nosotros, eso es la victoria.
Nosotros no vencemos jamás haciendo el mal, sino sufriéndolo. Y la victoria es justamente más brillante, pues sufriéndolo podemos mas que quienes lo hacen. Con ello se demuestra que la victoria es de Dios, como que es una victoria totalmente contrarias a las del mundo. Y ésa es la mejor prueba de fuerza… Una molestia que recibamos, no la sabemos soportar; una injuria que nos hagan, nos enfurecemos mas que una fiera, nosotros que diariamente leemos la Pasión del Señor. Un discípulo le traicionó; los demás lo abandonaron y huyeron; los que de El habían recibido beneficios, le escupieron… y El no pronuncio palabras contra nadie, sino que a todos los venció con el silencio, con lo que prácticamente te enseñaba que cuanto con mayor paciencia sufras, tanto mejor vencerás a quienes te hacen mal, y más admirado serás por todo el mundo” ( San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo)
Nosotros no vencemos jamás haciendo el mal, sino sufriéndolo. Y la victoria es justamente más brillante, pues sufriéndolo podemos mas que quienes lo hacen. Con ello se demuestra que la victoria es de Dios, como que es una victoria totalmente contrarias a las del mundo. Y ésa es la mejor prueba de fuerza… Una molestia que recibamos, no la sabemos soportar; una injuria que nos hagan, nos enfurecemos mas que una fiera, nosotros que diariamente leemos la Pasión del Señor. Un discípulo le traicionó; los demás lo abandonaron y huyeron; los que de El habían recibido beneficios, le escupieron… y El no pronuncio palabras contra nadie, sino que a todos los venció con el silencio, con lo que prácticamente te enseñaba que cuanto con mayor paciencia sufras, tanto mejor vencerás a quienes te hacen mal, y más admirado serás por todo el mundo” ( San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Evangelio de San Mateo)
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